¿Cómo empezar este escrito? Tal vez diciendo que estoy herida, dolida, lastimada, y pare de contar sinónimos…
Y entonces ya me dan ganas de llorar de rabia, porque esto que me esta pasando me ha borrado la tristeza el lamento para dejar decepción.
¿Quién eres realmente? ¿Qué buscas? ¿Qué quieres para ti?. Esto ultimo lo se por tu propia boca, y en realidad no lo sabes, razón suficiente para que yo hubiese tenido un poco de sentido común y salir corriendo bien lejos sin mirar atrás. Pero me quede para ver como me arrastrabas junto con tus inseguridades.
Esto que siento es mezcla de tantas cosas, es frustración por haber tomado muy malas decisiones, por haber apostado todo por algo que estaba destinado a fracasar desde el día uno.
Cuando quieres a una persona y la sobrevaloras al punto de idealizarla, corres el riesgo de subvalorarte tu, de olvidar todo lo que has pasado para llegar a donde estas, y de todo lo que has sufrido por pensar con el pecho y no con el cerebro. Y sobre todo, olvidas lo que mereces por correr tras lo que según tú quieres para ti.
Yo quise que todo funcionara, de muy mala manera, ya que me lance a un círculo potencialmente dañino sin chaleco salvavidas, y además de eso, con esas ganas afanadas porque esta vez no me ganara la impaciencia, o el carácter.
O que tal vez esta vez no pareciera tan exigente e inalcanzable, esa mujer que ahuyenta a los hombres por ser demasiado para ellos, por ser mas de lo que merecen. Entonces fui permisiva, fui complaciente, fui ese tipo de mujer inocente que cree en las personas, esa que fui cuando era mas niña, porque el… era diferente, eres de ese tipo de muchacho poco corrido en la vida, y con un noble corazón.
Entonces fui de nuevo, esa mujer que ofrecía amor sin reserva, que llenaba de detalles y era excesivamente compasiva, comprensiva y entregada, sobre todo entregada. Nuevamente sin querer pidiendo a gritos ser amada por todo eso que tenia represado por dentro por hacerse la dura.
En pocas palabras, otro error, esperar que otro me valorara sin amarme y respetarme primero yo. ¿Por qué digo esto?. Porque desde la primera mentira, desde la primera señal de alarma, tenia que haberme detenido a pensar si realmente yo merecía eso, y si realmente el merecía todo lo que estaba dando.
Pero entonces, mi otro yo, el pasivo, el que quiere ser querido y trata de bajar la guardia, me pedía calma, me decía que no debía perder el terreno que había conquistado con tanto esfuerzo, tomando en cuenta parámetros absurdos para justificar las faltas.
De pronto yo estaba soportando aquellas cosas que no había soportado jamás, por nada, y ni en un muy mal sueño habría soportado por ningún motivo y por ninguna persona.
Y ahí estaba yo, escuchando el llanto de esa persona por otro amor que no volverá jamás, y yo aun ahí, luchando por no se que, y no se para que. Perdiendo mi tiempo en pocas palabras.
¿Mi aval? La supuesta verdad, esa forma tan particular de herirme diciéndome la verdad, era razón suficiente para castigarme con culpas luego de las discusiones, porque por Dios, JesSchajris, te están diciendo la verdad, podría estarte mintiendo, pero te habla claro.
Esa –entre otras cosas- es de esas consecuencias de naturalizar las mentiras en las relaciones, porque entonces empezamos a sobrevalorar las verdades, y empezamos a venerar tal virtud. Si, es una virtud, y fue mi culpa frenarme por eso. Pero lo hice porque buscaba ser feliz y hacerlo feliz.
Pero en este caso particular el hecho de que te digan la verdad, debería ser motivo para decir, si bueno, muchas gracias por participar, te estamos llamando cualquier cosa, pero chao. No quedarse esperando a ver, apostando a la ruleta rusa y con fe ciega de que ibas a salir viva de eso.
Pero no, yo quería que esta vez si fuera mi momento, que esta vez nada quedara de mi parte, que no se dijera al final de todo, que no di tanto como podía dar, y mucho más.
De modo que me dedique a dar oportunidades, a convencerme de que valía la pena luchar y no ser tan fuerte, que solo era cuestión de tiempo y de tener paciencia, de no ser ese ser humano intransigente que no colabora. Y así, se me fue la mano.
A la gaveta mis celos, mis miedos y ese lote de inseguridades que había conseguido encarcelar con mis anteriores experiencias, al punto de no molestarme por las cosas que publicaba, y que no importara que dijera no me viera afectada, o por el hecho de que saliera con amigos para la playa,  o a compartir en una reunión de amigos, el hecho de respetar su espacio como ese sitio sagrado que todos merecemos tener intacto, incluso con las manifestaciones de afecto de sus amigas y viceversa, y mantenerme mentalmente tranquila, confiando en el, sin buscar nada, sin investigar nada, sin provocar situaciones. Siempre equilibrada y sin presionar, dejando que todo fluyera.
Luego vinieron las dudas, dudas fundamentadas en mentiras que trate de disfrazar con excusas para poder continuar este camino. Vino ese penoso momento de leer sus mensajes por accidente y darme cuenta de que no todo era tan perfecto, ese empezar a dudar de su palabra, de sus intenciones y de sus demostraciones, porque estas eran iguales para con otra persona, por la cual tuvimos suficientes problemas como desgastarnos y deteriorar todo. Y por lo cual, léase de paso, pudo haber hecho mucho mas para frenar los problemas y no lo hizo.
Pero resulta que no fue suficiente todo lo que hice para que el cerrara ese ciclo y dijera, apuesto a ti, apuesto por ti, que estas aquí conmigo, limpiando mis yagas, sacándome del foso, y siguió.
Hoy me duele ver que no fui mas que esa transición del foso al respiro, el paso que tenia que dar hacia cerrar ese ciclo que tanto daño le ha hecho, para ser yo también su pasado, y no un pasado del que lamenta haberse perdido, sino ese pasado que ya no importa, una ausencia que ya no duele, un hola por compromiso, un recuerdo eterno de un muy buen sexo y un montón de agradecimiento y créditos al final de la película.
Nada mas. Porque no importo cuanto hice, o cuanto di, porque ahora soy la psicópata, la que violenta los espacios, la que no respeta la privacidad, y peor aun, supe hace poco que comenta con amigos en común que todo sucedió porque “soy muy celosa”. Ok suficiente decepción.
¿Por qué no dice que fue el? ¿Por qué no dice que fue por su falta de carácter y baja autoestima? ¿Por qué no dice que no quiso darse una oportunidad y dejar atrás todo porque valía la pena lo que estaba recibiendo? ¿Por qué no dice que me mintió y que no fue una, sino varias veces? ¿Por qué no dice que creí en el hasta incluso después de haber descubierto que no le bastaba conmigo y tenia que seguir enamorando gente por doquier? ¿Por qué no decir que tuve que soportar lo insoportable? Y ¿Por qué no decir que nunca mereció un solo de mis esfuerzos porque siempre estuvo esperando el retorno del pasado para meterlo en su casa? ¿Por qué ser yo la culpable?
De lo único de lo que yo tengo culpa es de haber seguido con el aun cuando mis alarmas se prendieron el mismo momento en que nos besamos por primera vez y me dijo. “No estoy listo”. Y seguidamente, de continuar con el aun cuando cada vez se me hacia mas difícil mantenerme estable y confiada, aun cuando me moría de miedo de que ella volviera y me quitara el sitio que con esfuerzo había ganado.
Y fue ese miedo, el que me empujo a preguntarle a ella si volvería. Su respuesta fue tajante, y yo, que buscaba guindarme de esa respuesta para volver a tener tranquilidad y seguir luchando, me encontré con mas mentiras, con cosas que me terminaron de clavar la puñalada trapera para dejarme podrida de decepción y de ese sentimiento agobiante de sentirte exageradamente imbecil.
Lo mas cumbre es, que para el… la culpable soy yo, la que hizo mal soy yo, la que no tenia derecho a ganar salud mental era yo. La que nuevamente pisotea su espacio, ese espacio que mantuve inmaculado justo hasta cuando el se ocupo de destruir la confianza ciega que le tenia. Ok  NORMAL.
Seguí siendo entupida otro rato, y me bañe de culpas, me sentí miserable y causante de que el ahora me odiara, claro le había tocado el punto débil. Y comencé con mensajes y llamadas, de esos que dan lastima, de esos que mandamos cuando estamos arrastrando la cobija por las esquinas demostrando lo poco que nos queremos.
¿Y que recibí?, ese no me siento igual, ese no me haces falta, ese no fuiste nada en pocas palabras, ¿en que tiempo? Una semana, una sola.
Pase unos días muy grises y sentía que no iba a mejorar,  sentía que este golpe iba a cambiar toda mi percepción de la vida.
Pero hoy, luego de haberme rebajado lo suficiente, de haber sido idiota y haberle rogado que me extrañara una vez mas, desperté y me dije, suficiente. Ya no quiero ni tengo por que seguirlo comprendiendo y justificando lo injustificable.
Me canse de entenderlo y sobrevalorarlo, como ese hombre único e irrepetible de esos que llegan de algún cuento de hadas, no. Ese hombre no existe, y no debería seguirse vendiendo como un tipo realmente diferente como si en realidad lo fuera.
La mentira lo hace ser igual que cualquiera, un hombre común, uno mas… y quizás es la razón por la cual lloro tanto la muerte de ese Imago que adore tanto.
Hoy la leo en tu muro, marcando territorio tal como lo han hecho todas, incluso yo entupidamente, y me doy cuenta de que verdaderamente he perdido mi tiempo intentando que valoraras todo lo que estaba dándote, porque hoy no solo no duele mi ausencia, sino que es perfectamente sustituible con ese alguien que estuvo siempre ahí, recibiendo tus afectos en la distancia, y tus alas para que volara un ratico mientras dormías conmigo.
Hoy la usas a ella para distraerte y recibir eso que te ayudara a no sentirte solo ni mal, muy bien, hazlo. No esperaba menos de ti.
Pobre de ella, su problema no es conmigo, sino quizas con la sombra de tu pasado, y principalmente contigo, que aun no sabes bien a donde vas, con quien, ni para que.
En fin, supuesto princeso, fuiste eso que disfrute durante un rato, pero también ese que me ha causado este gran daño. El responsable de  hacerme sentir tan decepcionada de mi poca capacidad para cuidarme el corazón de adicciones como la que llegue a sentir por ti.
De sentirme absolutamente estupida por sufrir por haberte perdido, cuando en realidad, sin darme cuenta me perdiste tu a mi hace mucho tiempo pero no te quería soltar.
De hacerme sentir igual que al comienzo de todo, sin ganas de no creer en nadie, ni de empezar de nuevo, ni de entregar absolutamente nada, sin ganas de querer ni de sentir, sin nada para dar y con mucha rabia contenida y que me presiona el pecho.
Todo eso, y mas mi princeso, todo eso y mas siento, todo eso y en silencio. Tontamente, hasta hace dos días, con la idiota esperanza de que algún día volveríamos a despertar juntos, de que todo esto pasaría, y que todo lo que hice seria tomado en cuenta por ti, por tu corazón y por tu mente.
Ahora entiendo por que ella, aun queriéndote te dejo, porque no sabes apreciar lo que tienes hasta que lo pierdes, ahora lo entiendo.
Porque hoy me siento vacía, y dolida, absolutamente suspendida en el aire, sin afectos, y sin fuerzas para confiar y para querer. Con miedo nuevamente, con tristeza y con rabia. Con ganas de que esto no fuera así, pero que por tus acciones debí aceptar.
Que no fui nadie, que fui el espacio entre el hombre que eres y el que serás a partir de hoy, pero no para mi, sino para otra. Que fui tu amiga, tu apoyo y tu amante, además de un millón y medio de cosas más, y aun así, mi ausencia no importa, no duele, no atormenta.
Que de todo esto, te dolía el hecho de que yo rompiera tus esperanzas con tu pasado, aunque con eso yo haya sido el mientras tanto, la mejor de tus opciones, ese bingo ganador que al menos debías jugar para ver si ganabas, mas nada. No fui mas nada, mientras tú fuiste mi princeso, mi salvación, mi esperanza, y mi diferencia.
Me sacaste de tu vida, con la facilidad con la que nos sacamos un zapato y lo cambiamos por otro, y no dudaste en hacerme a un lado en la menor manifestación de posibilidad de tenerla cerca de ti, aunque eso me matara, aunque eso me dejara tirada en un rincón y sin argumentos para pelear, sin tener como reclamarte, sin un poco de respeto conmigo, por el hecho de ser la mujer a la que le hacías el amor, la mujer que exhibías por las calles y a quien llevaste a tu casa, sin nada. Sin nada.
No te importo que pasaría conmigo, y te agarraste de la excusa de mi falta de respeto con tu espacio, para hacerme ver como esa persona que te perdió por sus fantasmas e inseguridades.
Esta bien princeso, lo entiendo, me caigo, me levanto y sigo mi camino, y aunque hasta ayer intentaba llevarme el mejor de los recuerdos y mantener una amistad, saber que para esos días difíciles tu estarías ahí, para decirme que todo estaría bien, para hacerme creer que todo esta valiendo la pena.
Ya hoy no me quedan excusas para tapar tu falta de amor, tu falta de valor, tu falta de respeto y de carácter para apostar por mi, además de ti falta de pantalones para comentar con otros nuestros asuntos haciéndome ver como la causante a mi.
No princeso, ya no tengo uñas para agarrarme de lo que siento, de ese instinto que me gritaba que si eres quien creo que eres, ya no tengo como seguir creyéndolo. Porque de ser por ti, estarías viviendo con ella, y chateando con la otra y enterrando mis besos en algún terreno baldío.
Porque es muy fácil decir que yo mate lo que sentías por mí, sin ponerte a pensar que fue lo que me llevo a hacerlo, sin detenerte a pensar si realmente hiciste mal o hicimos mal los dos, si tal vez tu mismo me llevaste a eso.
Sin que te importe pues, sin que te afecte que yo sienta todo lo que siento, y que además vea como sigues tu vida y cometes los mismos errores llevándote por delante a quienes no tienen la culpa.
Una cosa si creo, y es que no eres así de malo, y así de perverso para hacerlo a propósito, pero pienso que deberías tener conciencia del daño que puedes causar, y que te revises antes de hablar, o condenar al resto. Quizás el equivocado eres tu, por algo pasas por la vida de las personas haciendo daño con o sin intención.
Piensa por que algunas terminan odiándote, por que ella no quiere volver, y por que te pasan las cosas. Hazlo por ti, ya ni siquiera esto se trata de mí.
Solo me restaría preguntarte, ¿Cómo hago ahora para respetarte, para odiarte?, para seguirte considerando ese hombre maravilloso que me dolía dejar atrás, y que me dolía perder.
¿Cómo hago para que se me quite este peso del pecho de sentirme defraudada?, ¿Cómo hago para no sentir que fui tu eterno quien sabe?.
Nada pues, no hay  ni habrá respuestas. No quiero odiarte, creo que no puedo, pero esto que siento ahora me carcome y me llena de rabia, la misma que tal vez me ayude a levantarme con orgullo y decir…

Jamás me mereciste, como ya es costumbre.

Escrito el 23 de mayo de 2012. Pero después de todo, aplica en este momento.