Caminar sobre arenas movedizas siempre es razón de gestar miedos inconcientes.
Tenemos la tendencia justificada a necesitar algo seguro que nos permita caminar más firmemente.
Pero, ¿qué es la vida?. Es eso que va pasando sin avisarte, sin pedirte permiso para cambiar y hacerte sufrir los daños, es eso que vamos transitando con la intención constante de creer que somos dueños de nuestro destino, que podemos decidir y debemos controlar lo que nos va a pasar.
¡Craso error!
No somos nadie para creer que podemos controlar lo que va a pasar, sencillamente pasa lo que debe pasar bajo nuestro cielo y sobre nuestra tierra.
No tenemos control, no tenemos autoridad para retener aquello que no nos pertenece, aunque caprichosamente así lo deseemos.
A través del tiempo, he aprendido a dejar de ser tan exigente, a no esperar tanto de aquellos que me circundan y quienes me duelen, a ser más desprendida y a dejar ir. No ha sido fácil.
Me ha tocado dejar ir, desde amigos hasta familiares que ya no veré nunca más. Y he aprendido tanto.
Sin embargo, siento que por un momento me olvidé de todo eso y me volví egoista.
Por un instante quise tener de nuevo ese control imbécil sobre algo que finalmente no depende de mi, y me resistí.
Lloré, me negué, me aferré, y me dije a mi misma que esta vez no dejaría que le vida me quitara lo que con tanto silencio había esperado sin mostrar desespero aparente.
Y después de tanto resistirme, me tocó bajar los brazos y dejar fluir. Como siempre he sido, como debo ser, como debe ser.
De modo que entregué al cielo cualquier sentimiento egoista que existiese en mi corazón y pedí a ese Dios que hace brillar el mar de la forma en que lo hace, que se haga solo su voluntad.
Mientras, río, beso, quiero, abrazo, entrego, recibo, callo, vivo y no pienso tanto.
No espero tanto, no demando tanto, no dispongo tanto, ni hago planes para el mañana.
Hoy vuelvo a un lugar ecuánime en el cual me encontraba antes, desde donde soy capáz de aceptar lo que tenga que aceptar, porque me he despojado del miedo y solo vivo. Solo respiro.
De esta manera podré vivir cada momento como el último pero sin el drama. Me cansé del drama, me cansé de la presión, de la exigencia y de la expectativa.
Pero me siento bien, me siento plena. Mientras dure.
Y eso, si es algo que difícilmente puedo saber ahora.
Es más fácil solo sentir, solo fluir, y solo vivir, de manera que si mañana ya no estoy en este mundo...


... Al menos haya valido la pena

                                                                                                                                     28 de abril de 2012