Querida (o) tu.
Te escribo porque en algun punto de estos días se me hizo necesario hacerlo.
Esta carta no obedece a perdones, no es un auto exorcismo de culpas, ni de veneno, ni mucho menos es un acto de contrición.
No pretendo mentirles con que los he perdonado, quizás porque en el fondo si lo hice y ya ese no es el punto. O peor aun, quizás porque no lo he hecho y no me interesa ni un poco hacerlo.
Esta carta es mera necesidad existencial de expresarme. Es impulso sincero, de ese que te hace decir sendas imprudencias pero que sacarlas te hace respirar mejor. 

Quiero que sepan que si hay algo que me gustaría decir para comenzar y es: Gracias.
Por todo, pero no todo lo bueno que vivimos,  porque ese fue el tipo de cosas que por largo tiempo nos dejó ese desfachatado sentimiento de añoranza infame y masoquista, de querer retroceder inútilmente el tiempo sin permitirle que nos hiciera entender sus porqués.   
Pero si, gracias porque finalmente ahora pudimos entender que no era con ustedes que funcionaría.
Gracias, no por haber existido sino por haberse ido.
Por habernos enseñado todo aquello con lo cual creímos que éramos felices. Pero sobretodo, gracias porque de no haberse ido no habríamos entendido que no era así.
Que todo fue un espejismo, que así no era, que no fue verdad, y que aunque así debió pasar, no es exactamente lo que merecíamos.
Que todo fue un trampolín, que no se compara con lo que la vida nos traía a la vuelta de la esquina.
Gracias porque hemos aprendido de amor, de quizás el mas primario amor, El propio.
Gracias porque ahora entendemos que tipo de felicidad queríamos, esa que estaba muy lejos de ustedes y de su imago de amor prostituido.
Gracias.  No tengo palabras, ya no recordamos esos momentos con nostalgia.  Ahora hay una serie de sensaciones satisfactorias, porque a estas alturas no hay nada bueno que agradecer mas que el tajante hecho de que han salido de nuestras vidas.
Gracias a ti... fulano... porque me dejaste grandes marcas, cuyas raíces iban a una parte de mi que creyó que te amaba. Gracias porque luego se convirtieron en cicatrices de guerra haciéndome más fuerte, y tan contraria a ti y todo lo que significas.
Gracias a ti... fulana... porque le rompiste el corazón, ese que te amó de cierta forma, pero que siempre fue pura y noble. Ese corazón que pisoteaste y humillaste con tus mentiras y eso que tu, él y yo sabemos.
Y ese corazón que me tocó reconstruir desde las ruinas que dejaste, renació como Ave Phoenix. Desde sus mas recalcitrantes cenizas para sentir de nuevo, alimentado por mi amor.
El más puro y grande que he sentido, el que rabasó todos los límites imaginables y de referencia que he tenido.  En otras palabras, el verdadero y más grande amor que he sentido por un hombre, y que fue el talante que impulsa y da sentido esta acción de gracias.
Y se resume en un gran gracias porque tu y ella se fueron, y no lo hicieron sin antes mostrarnos por que no merecieron una sola de nuestras lágrimas.  Sino también porque cuando se fueron pudimos abrir bien los ojos para encontrarnos uno al otro.
Y darnos cuenta de que irse fue el mejor regalo que nos pudieron dar.
Por eso ya lo bueno no importa,  porque ya ni lo podemos recordar ya que seguramente hasta fue mentira, ahora solo queda la certeza y la tranquilidad de saber que si algo bueno dejaron, fue su ausencia.

Gracias.