En algún lugar de mi brilla una luz que me hace ser yo y nadie más que yo...
Es una fuerza interior que emana justo en los momentos más críticos, que sale justo cuando siento que nada puede ser peor, cuando empiezo a desconfiar de ella, cuando creo que la perdí ella es capaz de nacer de las cenizas y volverse mi esencia.

Esta soy yo, y hoy volví a despertar luego de mi letargo amargo, me sorprendió esta vez su llegada porque en noches pasadas la estuve buscando, me preguntaba ¿que pasa? ¿donde está esa energía que me levantaba? ¿acaso ya no soy tan fuerte?

De pronto, de manera sorprendente enderecé mis hombros, levanté mi mirada, y volví a respirar de nuevo. Mi alma estuvo en vilo durante muchos días, y de un minuto a otro me desdoblé, lo que vi en mi no me gustó y sentí lástima. De un minuto a otro dije no más, fue así, sin más ni menos, de forma tan radical que me asusta, pero..., esa soy yo, ese es mi carácter.

Y es que hoy mientras escuchaba música pensaba en todo eso que pasó, buscaba ese sentimiento de resignación a fuerzas, buscaba asesinar las culpas y sentirme mejor y no lo lograba, sentía como si aun pude haber dado más, pude haberme quedado callada, y tenia una presión en el pecho muy fuerte, muy parecida a lo que mal llamamos presentimiento, una angustia, desolación, indignación y un poco de frustración,  y de pronto apareció esa luz y me dejó ciega por un buen rato.

Empecé a sentirme yo de nuevo, ya no había cadenas que me ataban a la culpa, abrí mis ojos y me dije: a ver, ¿y a quién le interesa tu dolor? ¿acaso se te olvida que la vida se te pasa mientras tu pierdes tu tiempo?  Y esto es de lo que les hablo, esto es lo que me hace ser una mujer con las bolas bien puestas, esa mujer que se levanta en la oscuridad y sigue hacia adelante aunque no vea con claridad, la mujer que ya superó una vez el desamor, y quien hoy te escribe y te dice adiós.

Esta fuerza interna que hoy me levanta no es orgullo, porque no he llegado aquí tomando bálsamos de ego y odio, no es apariencia porque desde el fondo de mi corazón me siento liberada, no es miedo porque los vencí todos cuando decidí apostar por ti, no es tampoco soberbia porque no me creo invencible, no es rabia y no es venganza.

No es olvido porque te recuerdo todos los días, es quizás amor propio, es quizás ganas de terminar un circulo dañino que me hacia ser la persona que no quiero ser, y la que finalmente no me nace ser ni a fuerzas.

Me siento en paz, di lo mejor de mi, puse el corazón y el alma, me expuse ante ti olvidando miedos y prejuicios, desnudé mis corazas, fui real y sin estrategias, guardé debajo de la almohada algunos fantasmas, mi pasado, tu pasado -con todo y sus conflictos-, metí mi orgullo en el bolsillo, te busqué, te pinté un panorama de opciones, pasé por encima de mis propios permisos, me puse por debajo de ti, busqué alternativas, me hice la loca, cerré los ojos y luché en vano, me negué a dejar nada en manos de otros, pero nada de eso fue suficiente para competir contra algunas diferencias que ademas son normales, pero que para ti fueron más significativas.

Finalmente yo decidí mi destino, asumiendo el riesgo, comprendiendote, intentando que funcionara, pero no fue así, de modo que también asumí el duelo y ahora el adiós con dignidad.

Es de allí de donde viene mi fuerza, vivo cada cosa con intensidad, y no voy a medias, por eso este adiós es definitivo, es un adiós que niega las posibilidades a la amistad porque es necesaria la distancia y el tiempo, es un adiós que nos evitará seguir ese absurdo camino, donde el único que salia beneficiado era tu ego, donde yo dependía de la esperanza de tu cambio de parecer, donde día a día iba a seguir tratando de encontrar maneras de volver a hacerte sentir lo que hace rato se te perdió.

Este adiós sera mi pasaporte hacia mi estabilidad, mi momento para desintoxicarme de la dependencia de ti, de la necesidad de tenerte en mis días, del conformismo de estar "bien" con solo tu presencia, del apego patológico que me ataba a ese ideal de hombre que fuiste.

Este silencio y este espacio no guarda intenciones de castigarte, ni de forzarte a extrañarme para que regreses, ni habla de esperanzas vestidas de un "quizás", esta distancia guarda un renacer para mi, un volver a comenzar, un volver a nacer después de haberme muerto por dentro.

Sin arrepentimientos, sin culpas, con mucho perdón, mucho respeto, pero sin lástima para conmigo misma, sin seguir pegada de la idea de que eras lo mejor que me ha pasado, porque lo mejor está por venir,  sin sentir tampoco que te quedé muy grande, sin creerme la victima, sin asumir rabia ni odios, sin dejar cuentas o reproches pendientes, sin siquiera auto flagelarme con los hermosos recuerdos que tengo de todo lo que vivimos.

Hoy te confino al rincón de mis recuerdos, al baúl de mi pasado, al montón de experiencias que tengo para contar, no daré lástima, no hablaré mal ni bien de ti, no te echaré las culpas, ni me las achacaré yo, simplemente me iré y seguiré, me recordaré cada vez que pueda lo que feliz que me hiciste para tener claro el tipo de felicidad que merezco, y para no conformarme con menos, no me llevaré lo malo, porque siempre acostumbro a cargar con lo que me hace crecer.

Renovaré votos con la vida que quiero para mi, con esos sueños que tengo dormidos esperando por mis acciones, me haré responsable de mi misma, de crecer y ser la persona que necesito ser para no seguir cayendo en los mismos baches, no me haré de hierro, no me sentiré inmortal, no tendré miedo, pero si seré más objetiva, reconoceré al hombre que al llegar esté dispuesto a luchar por mi como tu lo hiciste, pero que  no se canse a mitad de camino -como tu también lo hiciste-, y por él voy a apostar.

Pero de resto, me quedaré con lo bello, me quedaré con tus palabras, me quedaré con la certeza del cariño que me tienes -que finalmente es real-, me quedaré con el mapa que tengo de ti, me quedaré con ese hombre que se que eres pero que tienes escondido, y cuando el tiempo pase y ya no me carcoma el sentimiento, me pararé frente a ti y te diré gracias por llegar a mi vida, pero sobre todo gracias por darme las fuerzas para irme haciéndome ver que nada hacía ahí.

Hoy de nuevo se de todo lo que soy capaz de hacer por amor, todo lo que tengo para dar, todo lo que aun queda después de anteriores naufragios, me rescato de entre las cenizas de mi derrota y me levanto cargada de dignidad, de amor propio, de perdón a mi misma, de aceptación y con unas ganas tremendas de vivir y sentirme libre de mis propias condenas internas.

Me levanto con ansias de superación, con nostalgia por aquellas cosas que no vendrán de tu mano, pero también con ánimos para seguir esperando por esa persona que sepa afrontar el compromiso que significa estar con una mujer como yo, que finalmente no soy más ni menos que otra, pero que tengo muy claro lo que valgo y merezco, ademas de lo que quiero para mi, que sin duda es Solo lo mejor.

08/12/10