Cuando ese instinto escondido quiere hablar no tiene miedo, se manifiesta a través de nuestros deseos de forma involuntaria, y se va mostrando tal como es dentro de esa oscuridad que brinda paz, y que una vez que nace va reproduciendo sensaciones que alimentan al cuerpo.



La imaginación se revela, y los sentidos reclaman libertad para volar, mientras que ese superyó atenta contra la semilla que da vida a la vida misma, la razón que nos hace ser hombres de carne, y nos devuelve la humanidad que el dogma nos restringe.

Siempre hay un veto para que la piel no exprese lo que guarda celosamente entre sus sábanas, se intenta ensordecer los gritos desesperados de esa humedad, esa que empapa y que ahoga cuando no se quiere escuchar lo que esta nos quiere decir.

Se van reeditando permisos y licencias que dictan la pauta entre el poder y no poder sentir, haciendo que ese delgado espacio de intimidad que nos pertenece pierda excentricidad, se aniquila el privilegio de poder decidir como vivir tus espacios internos, como expresar entre lineas lo que el mundo no está preparado para aceptar.

Cuando el velo del aparentar te invita a cercenar tus ganas, cuando te obligas a no desear, cuando te callas lo que tu mente anhela, y lo que tu cuerpo reclama, estas frente a la negación de tu propia naturaleza, estas cavando tu propia cárcel.

Te resistes a reconocer que quieres sucumbir ante las tentaciones y dejarte llevar por esa fuerza de atracción magnética que sale de tu misma piel, te niegas, te ofendes, te aterras, te condenas, te culpas, y te callas.

Cuando el haber nacido mujer te dota de una carga, de un peso que si eres valiente puedes quitarte solo si decides desnudarte ante tu misma piel, sentirte cómoda en ella, no querer ser otra más que tu misma, y mostrar todo aquello que te invade de manera exquisita, pero que molesta al resto.

Cuando aprendes a respetar ese, tu único espacio, donde tienes la potestad para darte permisos, para quitarte los velos y tomar las riendas, cuando renuncias al veto y te asumes como un ser de carne, cuando suprimes la culpa, y te entregas a sentir, eres libre mujer... eres humana.

Cuando abres esa puerta y eres tu misma, cuando dejas entrar en tu intimidad a otra persona, cuando esta comparte la suya contigo y mantienen esa sociedad secreta, cuando solo ustedes tienen permiso de opinar... ERES LIBRE MUJER.

Cuando no temes expresarte sin palabras, cuando te dejas impresionar por el poder de tu propia imaginación, cuando renuncias a que otros te dicten las pautas, cuando haces justo lo que deseas hacer y guardar la llave de tu habitación para quien la merezca, cuando no permites que nadie decida que hacer sino tu... y sobre todo, cuando te das el chance de dejar hablar a tu piel, sin que nadie más la escuche, solo tu... entonces ERES LIBRE MUJER