Perdí la cuenta del tiempo que tengo sin escribir para ti...
Pero en esta oportunidad las palabras no duelen, más bien me están sanando al salir a través de estas lineas.

Sabes lo mucho que te amé, lo mucho que te esperé en silencio, que estuve ahí hasta que las ganas se desvanecieron, hasta que la esperanza se convirtió en resignación.

Sabes que me fui por mi bien, para dar espacio al tiempo de llegar y curar, me fui porque de esa manera podría entender las cosas, podría entender que no hay recetas mágicas que te ayudan a suprimir los sentimientos, para entender que amar se olvida amando hasta el final.

Volví cuando ya no me dolía escuchar tu nombre, cuando ya podía hablar sin sentir un nudo en la garganta, volví para cerrar el ciclo, para darle la cara a mi pasado, abrazarlo y decirle ya pasó y te respeto.

Hoy se que estás feliz, que luego de ir por la vida buscando nada, aun teniéndolo todo al fin te diste cuenta, me da gusto saberlo porque jamás hubo algo que deseara cobrarte, jamás me alegré por tus derrotas y nunca celebré tus malos ratos.

Ni yo misma sabía lo mucho que deseaba saber que estas bien, mientras estuve lejos me dediqué a hacer lo que siempre me dijiste que hiciera, a pensar en mí, a dedicarme a mis cosas, a quererme un poquito y en ese proceso también crecí como persona, volví a nacer.

Gracias a nacer de nuevo es que te escribo hoy, ya el dolor pasó, ya el recuerdo de algo que realmente me hizo feliz en su momento no me causa dolor, hoy me doy mi chance de poder decirte esto y sentirme complacida.

Hoy puedo entender que nunca quisiste dañarme, puedo entender que las cosas de la vida son misteriosas y hoy te digo sin miedo a equivocarme que le doy gracias a Dios porque nunca funcionó, porque de otra manera no estaría mostrando el respeto que siento hacia ti.

Quizás si hubiésemos funcionado hoy nos estaríamos odiando, o quizás amando, tal vez estaríamos sufriendo, quizás simplemente ya estuviésemos en el olvido, pero muy seguramente yo no seria lo que soy, y tu lo que eres, y yo estoy muy feliz con lo que somos, me gusta quien soy, me siento feliz y puedo decirlo a partir de todo lo que he vivido.

Creo haberlo dicho antes, pero lo volveré a hacer, eres la persona que me ayudó a creer en mi, o por lo menos a aprender a hacerlo, luego de ti aprendí que ser feliz es obligatorio y que además lo merezco.

Y ya una vez que la tormenta pasó, me toca agradecerte el hecho de haberte ido cuando lo hiciste, por evitarme más sufrimiento, porque ciertamente el haberte ido dolió pero lo hiciste a tiempo, por no querer dañarme más, por reconocer que al irte quizás estabas perdiendo pero también ganando, quizás tu siempre lo supiste pero yo hoy es que me doy cuenta que ambos salimos ganando.

Gracias por herirme con la verdad, porque esa verdad es la que me permite estarte agradeciendo cuatro años después, gracias por hacerme llorar, porque hoy soy muy fuerte, gracias por haberme decepcionado en algún momento, pero sobre todo gracias por no dejar que las ganas de seguir intentando pasaran por encima de tu respeto hacia mi.

Gracias por ser mi musa y mi inspiración para hacer música, el alimento para mi alma, para nuestra alma, por ser mi primera referencia del amor, gracias por ser la parte triste y la parte bella, gracias por respetar mi decisión de irme y luego por recibirme como siempre, gracias por tu confianza y por siempre llevarme a donde quiera que vayas, gracias por enseñarme a volar sin tener alas, y por todo lo que en algún momento compartimos.

De aquí en adelante, puedo decir que no me arrepiento de haberte amado y haberte llorado, porque eso me constituye como la gran mujer que soy hoy, la mujer que se ama por encima de cualquier cosa y quien no tiene miedo de amar, la mujer que perdona y olvida, la mujer que te amó y que hoy te ofrece su mano amiga.

Pero sobre todo, la mujer que puede decirle a quien sea lo que merece y lo que necesita, quien no teme esconderse, quien no tiene complejos, quien sabe lo que vale y que no se conforma con poco, la mujer segura de si misma que no le tema a la soledad, quien no teme irse cuando debe hacerlo, quien sabe reconocer cuando algo no es bueno para si misma, la persona que me enorgullece ser.

El dolor te duele, pero te hace crecer, te hace fuerte y siempre tiene un sabor agridulce. Te respeto hoy por el hombre que aprendiste a ser en el camino que te tocó seguir, te respeto porque has asumido cada responsabilidad y has sabido ser del tamaño de los compromisos, por eso es que cada uno está donde debe estar, por eso todo lo pasado cobra sentido, por eso GRACIAS A DIOS QUE LO NUESTRO NO FUNCIONÓ.

Sin más que decirte, te respeto y espero que tu vida te llene de recompensas y que sigas siendo muy feliz como yo lo soy.