Para empezar podría decir que me gustan sus manos...
Las suyas, no otras...
esas manos ásperas y fuertes,
no muy grandes pero muy masculinas,
esas que algunas veces se toman de las mías al caminar por las calles,
las mismas con las cuales algunas veces me fastidia,
con las que juega a hacerme reír
esas con las que recorre mi cintura mientras me besa.

Me gusta que me acaricie mientras no hablamos,
mientras ni siquiera me está mirando,
amo que sus manos traviesas jueguen a descubrir
algún nuevo lugar escondido entre los rincones de mi cuerpo,
me gusta que me haga sentir escalofríos con solo decirme que se imagina junto a mi.

Me gusta que le guste probarme,
me gustan esas manos que siempre huelen a ese... su perfume,
ese que algunas veces deja impregnado en mi ropa al regresar a mi casa,
me gusta que podamos usar la imaginación para sentirnos
aunque mis manos estén tan distantes de las suyas.
aunque ni siquiera se puedan encontrar.

Sus manos son pacientes, cuidadosas, exquisitas,
y me encanta que busquen acomodarse a mis curvas mientras me ve a los ojos,
mientras me demuestra que le gusto, que se siente bien,
que disfruta de mi compañía.

Sabe usar sus manos para hacerme subir y bajar,
caer y levantarme, tiene mucho más que manos, tiene tacto...
sabe donde tocar y como hacerlo, no solo mi cuerpo...
supo tocarme el corazón con cuentas de paciencia y afán.

Sus manos me hacen el amor mientras solo estamos conversando,
porque él sabe que el amor está hecho
y que la piel solo lo complementa...

Sus manos me abrazan mientras jugamos a dormir juntos sin hacerlo propiamente,
y mi mente las usa cuando jugamos a tocarnos sin hacerlo,
cuando queremos inventar algo más que hacer,
cuando la confianza entra en su fase exploratoria.

Esas manos, en las cuales me estoy dejando caer
Esas que me gustan y que me atrapan,
que me llevan a lugares que ni puedo describir
son las manos de un hombre
que sabe que tocar a una mujer
es mucho más que tocar su piel