Esa que habla de
esa misma historia que a todos nos pasa alguna vez.
De ese mismo dolor
que creo alguna vez todos hemos sentido, el adiós de un amor.
Y de pronto cuando
me siento a solas, conmigo misma y con mis recuerdos, me doy cuenta de que me
vuelve a doler.
Y ya no me duele
porque aun ame, sino porque amé y fue tan verdad que me duele de nuevo recordar
esos momentos de agonía.
Ese sentir que
necesitas que esa persona vuelva ya o que se te quite lo que sientes porque así
no puedes vivir.
Ese esperar todos
los días su llamada, su mensaje diciéndote que está arrepentido y que te quiere
a ti.
Esa rabia por
saber que está feliz con alguien mientras tú aun sufres por él.
Así como también
ese no poder odiarlo aunque te haya hecho sufrir tanto.
Y sí, me vuelve a
doler recordar lo que viví.
Algunas veces,
dependiendo de mi ciclo menstrual vuelvo a llorar por eso, y con esa misma canción.
Quizás un poco por
lo estúpida que fui.
O tal vez porque
él no quiso quererme, o no pudo.
Porque a veces
siento que no estoy destinada a ser amada en la misma medida en la que yo amo.
O porque así tuvo
que ser y me da rabia, aun cuando sepa que fue lo mejor.
De modo que cuando
me pasan estas cosas, logro ponerme en los pies de otros.
Y saber que sí,
para volver a amar, o siquiera a intentarlo, hay que pasar el duelo.
Hay que respetar
el tiempo y hacerlo tu aliado.
Recuerdo que mi
sentimiento de miedo, desembocaba en un pensamiento recurrente a negarme a volver
a sentir.
Así como también,
a la tendencia totalitaria a no creer en nadie.
De hacerme la
fuerte, la que todas se sabe.
Y finalmente
descartar sanguinariamente a quienes según mi discriminación positiva no iban pal baile.
Quienes no daban
la talla, o quienes no reunían los requisitos mínimos.
Y al final,
siempre terminaba creyendo, entregando y siendo tal cual soy.
Sin caretas, pero
cada vez con un poquito menos de sentimiento.
Cada vez con un
poco más de cautela, de inteligencia, de mesura.
Con mi intensidad
característica, y con esa idea absurda de que "ésta vez sí sería
feliz".
Aprendí muchas
cosas. Entre ellas que la felicidad es individual, y no está condicionada a una
persona en particular.
También a través
de grandes pérdidas, aprendí que se puede vivir sin esa persona que amas.
Que la vida
siempre sigue y que te quedas tú si no te montas en el autobús. -Que por
cierto, para una sola vez-.
Aprendí a educar
mi carácter, a bajarle dos a la impaciencia y a no dejar que mis impulsos me
dominaran.
Aprendí también a
dejar mi afán de querer controlarlo todo y ahora solo me dejo y dejo ser a
otros.
Y bueno, en este
momento de mi vida, estoy tan centrada que soy capaz de darme cuenta de que no sé
nada.
Que no tengo otra
cosa que presente, que no tengo pasado y no tengo futuro.
Que él, es un
hipotético quien sabe.
Y que no puede ser
culpable de sentir algo que le hace tanto daño.
También, podría
llegar a reconocer, que tal vez haya una posibilidad de que hayamos llegado
tarde uno a la vida del otro.
Y podría jurar que
me lleno de rabia al pensar que podría ser así. Pero también podría aceptarlo.
Me siento una
mujer, me siento clara en lo que quiero, y en lo que no quiero.
Y sé que lo único
que tengo a mi favor, es el tiempo y todo eso que en poco he tiempo he
conseguido.
Pero también he de reconocer que ya poco a
poco pierdo ánimos, pierdo velocidad e impulso.
Y el único miedo
que siento en este instante, es que un buen día, él supere su duelo,
Viva, sienta y respire aires de paz, y esté listo...
Y yo ya no sienta
nada... Aun así, podría reconocer, que así tenía que ser
26 de diciembre de 2011
26 de diciembre de 2011
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