Siempre ha sido mía, mía porque me gusta creer que ese mundo que me imagino algún día existirá.
Craso error, el mundo es lo que es, y al parecer no lo he comprendido del todo. Mea culpa.
Me gusta posar mis intereses solo en quienes despiertan admiración en mí. Ese tipo de hombres que resultan atractivos por su intelecto y por tener las gónadas bien puestas para enfrentarse a la vida.
Sobre analizo todo, busco esencia y no apariencia, me fijo en eso que no se ve pero que hace posible lo que es. ¿Muy profundo? Así soy, lo siento.
¿Él? un hombre inteligente, culto y preparado.
Con una imagen contradictoria. Algo cambiante, aparentemente liberal e interesado sólo en las mieles del placer carnal, sin comprometer el alma.
Ácido, gruñón, contradictorio, impredecible. Hater algunas veces, pero absolutamente interesante.
Un plato fuerte, peligrosamente fuerte, pero me gusta adentrarme a descubrir el fundamento.
Insisto, mi culpa. Nadie me manda a buscar siempre el cuchillo más afilado para mi pellejo.
En su esencia, los restos de un hombre que ha sabido amar a quien no ha debido.
Un corazón herido y convencido de no querer volver a intentar nada que lo vulnere de nuevo.
Una coraza defensiva, una apariencia que le ayuda a esconder eso que lleva dentro, que jamás dice, pero que  yo se.
Esa desconfianza, ese creer que nadie vale la pena, y que esa vida que lleva es la salida más fácil.
Eso que yo termino viendo, y que finalmente no se si es lo que deseo ver o si efectivamente es así.
Repito, es mi culpa.
Lamentablemente no puedo hacer nada para cambiar su forma de ver el mundo, y no puedo hacer nada para dejar de seguir justificando acciones de otros.
No puedo hacer nada para no sentirme atraída por personalidades tan fuertes.
Por esos imposibles tan posibles, esos que me llenan de ganas de intentar lograr una pizca de atención.
Sencillamente, con él nunca se que va a pasar. Y eso me desespera pero me gusta de más.
Masoquismo, lo se. Es mi puta culpa.
Pero más allá de la culpabilidad y la inconformidad latente, se que algo he conseguido, y no se que nombre ponerle, por el afán de no sonar demasiado presuntuosa, pero se que no le soy completamente indiferente.
No importa, el hecho es que no puedo decirle todo esto, no lo haré. No debo, no quiero, me niego.
Por el simple hecho de que no quiero ser o parecer una más del montón, de esas que anda por la vida tirándose encima a los hombres, y demostrando sus grandes inseguridades para sentirse bien, a través de ese comportamiento "vaso de agua"
No, y no por miedo a lo que él diga o piense, sino porque ésa no soy yo. No busco ni acoso hombres.
"El que quiere besar, busca la boca" dice mi madre. Y yo creo firmemente en eso.
No quiero ser como nadie, quiero seguir siendo quien soy y cómo soy.
Sin embargo, pensar en que quizás estoy perdiendo mi tiempo tan solo con el hecho de tomarme la molestia de escribir esto, me hace ratificar nuevamente que todo es y seguirá siendo mi culpa.
Yo, que me quiero tanto como para desear solo lo mejor.
Yo, que pienso en que es mejor estar sola que mal acompañada.
Yo, que no me conformo con estar con cualquier tipo que se me acerca.
Yo, que tengo especial predilección por los hombres inteligentes y cultos.
Yo, que no puedo evitar sentirme atraída por los retos y las personalidades místicas.
Yo, que tengo dosis importantes de masoquismo en sangre.
Y finalmente, yo, que no puedo ni quiero ser otra que yo misma.
Soy la única culpable de todo.

29 de mayo de 2011