Aprendí a forzarme a ser paciente… con él todo tenía un color distinto. Esa manera como luchaba por mí, por llegar a tenerme, y esa forma de hacer que todo lo que decía me sonara tan real y tan sentido. Podría asegurar que no fue fingido, pocas veces se habían desnudado el alma ante mí de esa manera.

No había ataduras, nada lo ligaba a mí, nada lo obligaba a estar ahí, nada nos unía y todo nos separaba. Las excusas para llamarme eran infinitas, las excusas para no querer irse eran más fuertes que la propia realidad.

Yo era su escape y él el mío, éramos la parte rica, la parte agradable y la parte que no causaba incomodidad ni presión. Sin besarnos, sin tocarnos, sin ser nada, éramos lo más parecido a dos seres felices que deseaban estar juntos, sin saber que quizás eso traería consigo algunas contrariedades.

Hubo el breve instante en el cual fue tan perfecto que asustaba, sin embargo estábamos bien, éramos felices… -al menos yo-.  De pronto, decidimos intentarlo… y al poco tiempo me convertí en su condena, en esa condena de la cual se escapaba conmigo cuando no estábamos juntos.

De pronto, se rompió el dique que contenía el caudal de inseguridades de ambos, de las cuales día a día escapábamos, y como toda quebrada embaulada, en algún momento busca su cauce.

Por mi parte, empecé a sentirme dueña de sus sueños -quizás estuvo mal- , entonces inconscientemente comencé a hacer justo lo que nunca me ha gustado, lo que nunca he sido, lo que tanto detesto y critico -mujer ladilla-.
¿por qué? porque a veces el pasado es el primer traicionero, cuando más te quieres cuidar más vulnerable eres, empiezas idiotamente a exigir cosas que no caben en ese momento, y que tu sabes en el fondo que no quieres hacer, pero qué prefieres hacerlo para asegurarte de -no se que-, para que nada te sorprenda, sencillamente para sabotearte la felicidad.


Por su parte, lo mismo de siempre, ese sentimiento de: "ella es demasiado para mi" o quizás, "no la merezco" y ese "no le quiero hacer daño, no lo merece", o “no estoy listo para algo tan serio” y pare de contar…
Entonces te atacas, y dices, al parecer ser una mujer con los ovarios bien puestos es como que mucho para los hombres de hoy en día, comienzas a culparte, a buscar razones, a comparar, a pensar ese típico: "si hubiese hecho eso, en vez de esto..., quizás...," y pana, no vale la pena.

Luego intentamos volver a ser lo que fuimos antes de estar juntos, pero con una diferencia… ya él no sentía lo mismo, y sus retazos de cariño iban enfocados en un solo punto…  El asunto es que lo acepté,  sin engañarme, sabiendo que quizás estaba jugándome el ultimo cupón, quizás con intenciones de comprar con piel el último numerito que me quedaba para intentar volver a tocar ese rinconcito de su corazón que alguna vez -al parecer- fue mío.

Seguidamente, llegaron a mi montañas de prejuicios, de creencias, y de peros, ... el orgullo se vistió de gala y se puso a la defensiva, pensé: ¿acaso esto es lo que quiero ser para él?  porque ya su tacto se esfumó, porque todo parecía tan evidente, y porque esa vocecita interna que nunca se equivoca me gritaba que se había terminado.


Tomé mi tiempo perdido, mis ganas de que funcionara y mis ilusiones y las metí en una maleta vieja que ya había utilizado en otra ocasión, y emprendí el camino de regreso a extrañarlo sin remedio. Tal parece que no debíamos estar juntos, que no eramos compatibles, que no habia comprensión, o sencillamente que no le alcanzó el sentimiento para luchar por nosotros.


La conclusión, fue muy bonito mientras no fue verdad... ¿y cómo es eso JesSchajris? bueno, así de incomprensible e inexplicable como se lee, tanto que sencillamente aun no entiendo como es que no funcionó...



Noviembre, 2010