Porque a veces mi memoria quiere ocultar esos recuerdos que me obligan a odiarte.
Y de forma idiota empiezo a re-pensar e incluso justificar tus idioteces.
Te odio, porque aunque ya no te amo, me pones a jugar tu juego.
Empieza la lucha de estrategias, los mensajes insinuantes y tu cínica manera de creerte seguro de que me tendrás.
Aunque lo piense, y aunque de alguna forma me inquiete un poco la posibilidad de dejarme llevar, no lo haré.
Eres un cretino y no lo mereces.
Crees que puedes tenerlo todo, y me da asco la manera tan baja en que te acercas a mí.
Es que te odio porque aun sabiendo que no vale la pena y que no sirve para nada, me pones a pensar en exceso.
Como tratando de buscar algún motivo para volver a dejarte entrar.
Te odio porque no se por qué razón siento que jamás volveré a amar de la forma en que llegué a amarte a ti.
Y más aun, porque no se muy bien que es lo que me despiertas y eso me molesta.
Me hace insegura ante tus pasos, y no puedo permitirme vulnerarme ante ti.
Pero aunque mi razón se divide en dos y me hace indecisa, está esa otra parte que me dice que no.
Que ya esto es agua pasada y camino recorrido.
Y finalmente, si llego a caer de nuevo, será únicamente mi culpa.
Porque esta batalla,
está perdida desde el mismo momento en que intente ganarla.



03 de noviembre de 2011